La importancia de las contraseñas


Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha guardado bajo llave sus pertenencias y secretos para protegerlos de accesos no deseados. De hecho, se han encontrado cerraduras egipcias que datan del 2000 a.C. aunque se cree que fue un invento importado de China.

Hoy, una parte no despreciable de nuestras pertenencias y secretos se ha despojado de su fisicidad y está almacenada como ceros y unos en nuestros dispositivos o en la nube. Así, también se han vuelto inmateriales las llaves que dan acceso a esos datos y servicios: las contraseñas.

Una contraseña o clave es una forma de autenticación que da acceso a ciertos recursos y servicios. Al igual que sucedía en la antigüedad cuando los centinelas que vigilaban una determinada posición pedían el "santo y seña" a quien se acercaba, las contraseñas suelen ir asociadas a un usuario (santo).

¿Te has parado a pensar cuántas veces al día introduces una contraseña en tu dispositivo? ¿Cuántos servicios utilizas que requieran autenticación? ¿Qué podría pasar si dejaras la "puerta abierta" a todos tus dispositivos, datos y servicios? ¿Si alguien no deseado se hiciera con tus claves de acceso bien robándolas bien "adivinándolas"?

Las contraseñas dan acceso a datos y servicios de gran valor para nosotros como pueden ser nuestros ahorros a través de la banca online o nuestra identidad digital a través de nuestro correo electrónico y redes sociales y por ello debemos ser especialmente diligentes a la hora de gestionarlas.

Hay cuatro normas básicas que debemos respetar:

- Que sean secretas. Esto implica no compartirlas con nadie ni tenerlas apuntadas donde pueda acceder un tercero. También supone tener especial cuidado con las preguntas de seguridad que nos permiten "recuperarlas": las respuestas deben ser igualmente secretas (el nombre de tu perro, por ejemplo, no es una información que solo tú conozcas)

- Que sean robustas. Veremos cómo crear contraseñas robustas en el siguiente enlace. Crear contraseñas robustas y seguras

- Que sean únicas. Debemos usar una contraseña distinta para cada uno de los servicios que usemos para que, no comprometamos la seguridad de todos en el caso de que se dé un robo de contraseñas en uno de ellos.

- Que tengan fecha de caducidad. Debemos cambiar con frecuencia nuestras contraseñas y siempre que pensemos que pueden haberse visto comprometidas. Es importante que las nuevas -que deben seguir estas mismas cuatro normas básicas- no sean transformaciones predecibles de la anterior.

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